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lunes, 28 de junio de 2021

 ALIMENTACIÓN EN PACIENTES DIABÉTICOS.


La alimentación es una de las principales bazas en el tratamiento de la diabetes y, a su vez, uno de los aspectos más duros a seguir para los pacientes. En la actualidad se acepta que no existe una «dieta para diabéticos», sino una serie de recomendaciones que permiten individualizar el plan alimenticio de cada paciente en función de sus características. Así, en contra de lo que tradicionalmente se pensaba, estas recomendaciones no excluyen al azúcar u otros dulces del plan alimenticio del diabético, siempre y cuando la suma de hidratos de carbono no supere el máximo preestablecido y se respete un porcentaje de macronutrientes equilibrado.

La importancia de la dieta para conseguir estos objetivos, es muy variable según el tipo de diabetes y las características individuales de cada paciente.

Las recomendaciones sobre la dieta de los diabéticos han cambiado de forma espectacular en los últimos 80 años.

Durante estos últimos años se ha planteado un dilema en cuanto al equilibrio entre hidratos de carbono y grasas en la dieta de los diabéticos. El resultado ha sido que las normas actuales de la ADA (1994) no establecen una única recomendación para los diabéticos, sino que obligan a valorar a cada uno de ellos de forma individual y establecer su tratamiento nutricional teniendo en cuenta las alteraciones y los objetivos terapéuticos específicos en cada caso. Por tanto, ya no existe una dieta para los diabéticos, sino una serie de normas que ayudan a los expertos en nutrición y a los pacientes a planificar la dieta más beneficiosa para un tratamiento médico óptimo y evitar las complicaciones a largo plazo. 

La distribución de los nutrientes de la dieta para la población diabética es la misma que se recomienda a la población general. La composición de la dieta deberá individualizarse, atendiendo tanto a la situación clínica del paciente como a las facilidades para su cumplimiento.

El contenido calórico debe ser el suficiente para alcanzar y mantener un peso corporal razonable. En el caso de los pacientes con diabetes tipo 2 obesos, la reducción de peso es el principal objetivo terapéutico. En estos pacientes la restricción calórica y la consiguiente pérdida de peso se acompañan de una mejoría en el metabolismo de los hidratos de carbono (disminuye la resistencia a la insulina y mejora la función de las células beta) por lo que a menudo se puede reducir o suprimir la administración de insulina o agentes orales.

La cantidad y horario de toma de los hidratos de carbono se debe adaptar a la pauta farmacológica y a los hábitos de ejercicio físico. Según el tipo de tratamiento habrá más o menos flexibilidad en su toma. Por ejemplo, si el paciente está tratado con insulinoterapia intensiva (múltiples dosis al día de insulina o bomba de infusión subcutánea continua) puede ajustar sus dosis a la cantidad de hidratos de carbono que va a ingerir y puede administrarse una dosis adicional en el caso de una dosis de hidratos de carbono extra. Estos ajustes en la cantidad de insulina y de hidratos de carbono se realizarán en función de la monitorización de las glucemias. Uno de los retos más importantes en la diabetes es la disminución de la hiperglucemia posprandial. Durante muchos años se admitió que los hidratos de carbono complejos (pan, patatas, arroz) producían una hiperglucemia menor que los hidratos de carbono simples (glucosa, sacarosa), debido a que el tiempo de digestión y absorción de los primeros es mayor. Sin embargo, actualmente se considera que esta diferencia es despreciable y que lo importante es medir la cantidad de hidratos de carbono total más que el tipo en concreto. Así, desde 1994 se permite que los diabéticos ingieran azúcar de mesa (sacarosa), siempre contabilizándola dentro del cálculo de las unidades de insulina a administrar, y nunca sobrepasando el 10% del total de las kilocalorías diarias.

Las proteínas deben representar del 10 al 30% del aporte calórico total, tanto si son de origen animal como vegetal. Sólo en el caso de presentar nefropatía se recomienda restringir su ingesta.

El porcentaje de energía procedente de la grasa se determinará en función del peso corporal, las glucemias y el perfil lipídico.


MODELOS DE DIETA.


Existen diversos sistemas o modelos de dieta que se utilizan para transmitir al paciente las recomendaciones específicas sobre el plan de nutrición. Los diferentes modelos se diferencian en la importancia que dan a distintos aspectos, como el aporte calórico, el control de las cantidades, la selección de los alimentos etc.

En la actualidad el modelo más utilizado es el de intercambio de alimentos. Se basa, como su nombre indica, en el intercambio de alimentos según el macronutriente predominante en su composición. Se basa en establecer una cantidad fija de principio inmediato, que denominamos ración y se dan equivalentes de alimento que contengan esta ración. Por ejemplo, si se establece que una ración de hidratos de carbono son 10 g, esta cantidad la encontramos contenida en 20 g de pan o en 100 g de naranja. Para la confección del menú se establece la cantidad de raciones en cada comida y el paciente puede elegir libremente el alimento que quiera comer.

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